El momento en el que necesitamos el mejor colchón de todo nuestra vida es cuando somos bebés

Un bebé pasa durmiendo alrededor de 9800 horas durante sus dos primeros años de vida. El sueño es una fase clave en el desarrollo del bebé durante estos primeros meses, en los que pasará entre 15 y 18 horas durmiendo. Su cerebro, sistema nervioso central, pulmones y sistema termorregulador todavía no están plenamente desarrollados y son muy sensibles al ambiente. Por este motivo, es muy importante que tengamos en cuenta el entorno en el que va a descansar.

El bebé inicia el hábito del sueño prenatalmente, a los 7 meses de embarazo. Una vez nacen y durante los primeros meses de vida, duermen a lo largo de las 24 horas del día con un ritmo llamado ultradiano, dominado fundamentalmente por la alimentación del bebé (sus estómagos no retienen suficiente leche materna o de fórmula como para mantenerse satisfechos por mucho tiempo, por eso se despiertan con frecuencia para comer cada 2-3 horas).  A partir de los 6 meses, los bebés empiezan a adaptarse a un ritmo más normalizado para los adultos, llamado circadiano.

La importancia del sueño para su correcto desarrollo

Dormir correctamente permite al bebé regular los biorritmos circadianos de manera que le permita crecer normalmente en el aspecto físico y cognitivo. Por el contrario, los niños que tienen la fase REM alterada, son niños con altos niveles de ansiedad, son agresivos y normalmente tienen problemas de memoria y de rendimiento. Así mismo, los problemas relacionados con la falta de sueño, están asociados a mayor índice de obesidad infantil, apnea del sueño, hiperactividad o problemas relacionados con la conducta (depresión, abuso de sustancias…).

Hay factores que van a influir negativamente sobre el descanso del bebé, como un ambiente cargado, temperatura inadecuada, ruidos excesivos, acumulación de CO2, luz intensa por la noche, alimentación inadecuada o un colchón inadecuado.

Qué debemos buscar a la hora de elegir un colchón para el bebé

Es frecuente que los padres y madres, a la hora de elegir los productos para su futuro bebé, no le tengamos especial importancia al colchón de la cuna. Es tanta la información que recibimos cuando iniciamos la tarea de buscar todo lo que nuestro pequeño necesita, que podemos acabar sobresaturados de información: matronas, pediatras, familiares, amigos, dependientes de tiendas de bebés… Pero tal y como hemos visto, el colchón es una parte fundamental para el desarrollo del recién nacido, sobre todo en los primeros años de vida.

A la hora de elegir el colchón para la cuna o minicuna, debemos tener en cuenta dos aspectos esenciales: el primero, es que el colchón ofrezca un descanso seguro a nuestro bebé (evitar riesgo de contraer alergias, prevenir la plagiocefalia, disminuir el riesgo de muerte súbita…) y que sea un colchón confortable que le permita descansar correctamente. Es cierto que el tiempo de uso de los colchones para bebés es menor que los colchones para adultos, pero lo cierto es que es durante estos primeros años de vida cuando debemos tener especial importancia.

Cuando un bebé cumple dos años, se ha pasado más de trece meses durmiendo. El sueño es fundamental para el desarrollo cognitivo y para el desarrollo del sistema nervioso central, muy intenso durante los primeros meses de vida. A diferencia del resto de mamíferos, que ya nacen con el cerebro desarrollado completamente, el ser humano es la única especie cuyo desarrollo cerebral es perinatal: una parte antes de nacer y una parte fundamental después de nacer.

Es importante respetar el ritmo biológico

El sueño y la alimentación están muy ligados, de manera que si la alimentación de lactancia materna es a demanda, el sueño debería ser a demanda. Si no respetamos los ritmos biológicos del bebé, generamos lo que se conoce como crono-disrupción. Es decir, obligamos al bebé a pelearse con su reloj biológico, lo cual eso tiene consecuencias para su desarrollo.

A partir de los seis meses, un 60% de la manera en que duerme depende del medio ambiente, y solo un 40% está relacionado con la genética. Es por esto que lo que establecemos como padres en relación al sueño (rutinas, espacios, etc…) va a repercutir en la forma en la que el bebé aprende a dormir. Y esto es muy importante, ya que la forma en la que se desarrolla durante los primeros tres años de vida va a ser prácticamente la misma que la que tendrá en su vida adulta. El papel educativo de los padres y madres durante los primeros años es importantísimo para conseguir una calidad de descanso tanto en los primeros años como en el resto de su vida.

Es importante tener en cuenta:

Establecer rutinas horarias: Ideal a partir de los seis meses, ya que tiene tantas repercusiones cognitivas negativas el dormir poco como el dormir en horarios irregulares. Lo ideal es establecer unas rutinas horarias del sueño, para que los biorritmos del pequeño se vayan adecuando conforme va creciendo.

Crear conductas para propiciar el sueño: Dormimos en función de cómo vivimos. Para dormir bien tenemos que hacer que nuestros bebés estén al aire libre, que les dé la luz por las mañanas, y es muy importante que a última hora del día les ayudemos a desactivarse a través de juegos tranquilos y evitando la tecnología, que a través de la luz provoca que los bebés se despierten.

Elegir un sistema de descanso adecuado: Después de todo lo que hemos visto, es esencial prestar atención al sistema de descanso en el que va a dormir nuestro pequeño, para que sea un entorno seguro en el que pueda descansar. Tal y como hemos visto, un colchón adecuado permite que el bebé descanse mejor, lo que aumenta la calidad del sueño, y disminuye las probabilidades de que el bebé se despierte de forma continuada.

Nuestra recomendación profesional:

Gracias a las constante evolución e investigación de profesionales del descanso del bebé, hoy en día contamos con colchones que son auténticos sistemas de descanso diseñados exclusivamente para el bienestar de los más pequeños. Los pioneros en reivindicar la importancia de un buen colchón fue BabyKeeper, una firma valenciana especializada en el descanso que lleva más de 7 años trabajando e innovando para crear un colchón de cuna en el que seguridad y confort van de la mano.

Sus productos han sido creados bajo unos estrictos controles de calidad para poder ser certificados como producto sanitario, hecho que hace que ofrezcan una doble garantía:

  1. Garantía de veracidad: todas las propiedades reivindicadas por el producto están soportadas por una base científica.
  2. Garantía de calidad: todos los componentes y procesos que intervienen en la fabricación del producto son sometidos a rigurosos controles de calidad y trazabilidad.

Babykeeper ofrece una amplia gama de colchones para el descanso del bebé con 4 modelos que presentan las características más importantes para un descanso seguro. Además, podemos encontrarlos en varios tamaños diferentes (tanto para minicuna, cuna o maxi-cuna) para adaptarlo al momento que necesite nuestro hijo.

Además, adaptándose a la demanda de los padres que deciden utilizar primero minicuna y luego pasar al bebé a la cuna, han desarrollado un sistema llamado Optimus, en el que el mismo colchón de cuna se puede utilizar para minicuna, permitiendo ahorrar en la compra del sistema de descanso y teniendo la tranquilidad de que nuestro pequeño siempre duerme de la forma más segura posible.

Si todavía tienes alguna duda sobre elegir el colchón para tu bebé, sistemas de descanso o qué modelo es el más adecuado para tu pequeño, puedes ponerte en contacto con nuestro departamento de Especialistas en Sistemas de Descanso donde podrán asesorarte y ayudarte de forma personalizada, tanto de forma presencial en nuestra tienda de Alfafar, como vía telefónica/correo electrónico o incluso por WhatsApp.

 

Altura

Confort

Transpirabilidad

Regulador de temperatura

Disipación del CO2

Previene la plagiocefalia

Previene riesgo de asfixia

Tecnología Therm (cambio de color en caso de fiebre)

Efecto bacterizida

Producto Sanitario

Funda 100% lavable a máquina

Núcleo 100% lavable a máquina

Certificado OEKO-TEX tejidos libres de tóxicos

Babykeeper
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12 cm














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La muerte súbita del lactante es un síndrome, es decir, con los medios existentes hoy día no se ha encontrado todavía una explicación concreta que aclare porque el bebé ha dejado de respirar y ha fallecido mientras dormía. Tampoco hay un tratamiento 100% eficaz ni un diagnóstico preciso, aunque sí que se ha conseguido avanzar mucho en la prevención.

En este sentido, los científicos han encontrado relaciones causa efecto que han permitido reconocer claramente que factores han multiplicado la probabilidad de observar una muerte súbita y precisamente estos factores son los que permiten prevenir el síndrome.

Hay dos clases de factores de riesgo: los endógenos (genética, hábitos de la madre durante el embarazo, etc.) y los exógenos (los que rodean al bebé mientras duerme). Los factores exógenos son factores que estresan los sistemas nerviosos, respiratorios y circulatorios del bebé y se han relacionado con señales que, dada la inmadurez de los sistemas, los fatigan y/o los bloquean desencadenando una parada respiratoria. Estos factores son: el estrés térmico, la toxicidad del aire, la postura, la obstrucción total o parcial de las vías respiratorias y la biocompatibilidad de los productos que lo rodean (alergias e hipersensibilidad).

La plagiocefalia postural o posicional es una deformidad craneal producida como consecuencia de la presión constante sobre una parte del cráneo, impidiendo que crezca de forma uniforme y una parte quede aplanada, lo que es una afección cada vez más frecuente, en mayor o menor medida.
El cráneo de los recién nacidos es muy flexible para poder adaptarse al canal de parto y poder crecer rápidamente los primeros meses del bebé, meses en los que se produce el 70% del crecimiento de su cabecita.

Sin embargo, a pesar de lo flexible y delicado que es, los primeros meses su cabeza sufre una presión excesiva, y es que duermen 16-18 horas al día, por lo que si descansan sobre una superficie no adecuada o se hace presión siempre sobre el mismo sitio, la cabecita se aplanará, produciéndose lo que se denomina plagiocefalia postural.

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